Concreta Matter
- A. S. Román

- 10 mar
- 3 Min. de lectura

En un primer momento, podemos fijarnos en los datos específicos de la obra para situarla en contexto. Esta práctica escénica ha sido realizada por la compañía Los Detectives, afincada en Barcelona, y lleva por título Concreta Matter, en alusión a lo concreto de la materia, en un juego de palabras que hace referencia a la “madre”. El visionado de la pieza tuvo lugar en el Centro Párraga (Murcia) el 7 de marzo de 2025, con motivo de la inauguración de la Escuela de Espectadores de dicho centro.
La representación cuenta con diversos acontecimientos significativos en torno a la puesta en escena, pero cabe destacar la relación de una de sus integrantes, María García Vera, con su ciudad natal. Así, el evento se estableció como un reencuentro con sus raíces, después de más de una década fuera de Murcia. Este hecho es importante para entender la tesis que se sostiene en esta reseña: en Concrete Matter se ofrece “una salida a la posmodernidad”.
Sobre esta tesis argumentaremos más adelante. Por ahora, nos detendremos en algunos detalles de la dramaturgia que nos ayudan en su comprensión. Uno de los elementos fundamentales de la obra se presenta en la dialéctica abierta entre madres e hijas. En una primera parte, las hijas —integrantes de la compañía dirigen a sus madres —mujeres de avanzada edad— en torno a una “estética performativa” (Fischer-Lichte), desde donde se aborda Las tres hermanas de Chéjov de una manera deconstruida, es decir, posmoderna. Se genera así un efecto de extrañamiento en el público, abordando cuestiones existenciales propias de la obra de Chéjov con un toque de humor.
Por otro lado, en la segunda parte, las madres toman la batuta y realizan una puesta en escena de corte realista. Las actrices, en este caso las hijas, son sometidas al rigor interpretativo propio del método de Stanislavski. La situación también resulta divertida, aunque aquí la emocionalidad aparece al estilo propuesto por Chéjov, con un carácter marcadamente “moderno”.
De esta manera, encontramos por un lado una propuesta deconstructivista orientada por una creatividad irreverente, y por otro, una búsqueda de la verdad escénica al estilo clásico del existencialismo. Pero es en la tercera escena donde surge una propuesta que trasciende ambos enfoques: una danza entre madres e hijas que apunta a una esperanza compartida, en un diálogo abierto con la vida. Es en esta última escena donde se apuesta claramente por una salida a la posmodernidad.
Desde el ámbito académico, es conocido el anuncio del final de la posmodernidad, con teorías como el “nuevo realismo” de Markus Gabriel. Cualquier final de época anuncia un vacío, un salto hacia un (no) lugar desconocido, donde pueden aparecer los “monstruos”, pero que también representa una oportunidad. En este salto al vacío adquiere un sentido especial la obra Concrete Matter, ya que no se limita a reproducir la vieja dialéctica modernidad-ilustración vs. posmodernidad-deconstrucción, sino que da un salto tomando la mano de ambos polos, en lo que podríamos llamar un “avanzar sin olvidar”. En este sentido, se alinea con propuestas como la “transmodernidad”.
Lo relevante de la pieza es que parte de algo muy singular, pues como declara María G. Vera, las madres se suman al proyecto simplemente por pasar tiempo con sus hijas; dicho de otro modo, por amor. El amor entre madres e hijas permite descubrir todo un mundo de anhelos ocultos, de frustraciones vitales, de heridas no resueltas, que de algún modo se sanan o se exorcizan al ponerlas en común, al poder tratarlas intergeneracionalmente.
De ahí que se pueda afirmar que Concrete Matter propone una salida a la posmodernidad. Porque este movimiento cultural —si acordamos llamarlo así propone una crítica a la modernidad. Pero una vez superada esta crítica y entre los escombros de un sistema civilizatorio deconstruido, ¿qué nos queda?
¿Volver a los viejos modelos, como sostienen algunos? ¿Lanzarnos sin freno a las novedades tecnológicas del transhumanismo? ¿O tomarnos de las manos con nuestras generaciones anteriores y posteriores para crear un nuevo mundo común? Desde luego, esto último es lo que parece señalar esta obra: un esperanza, una oda a la posibilidad de pensar lo nuevo y construir juntas un mundo más justo, donde aprendamos las lecciones del pasado al mirar hacia el futuro, como también pretendía, sin duda, la obra de Chéjov.



Comentarios